Cada fin de semana miles de jóvenes se agrupan y ocupan las calles, plazas y parques para beber, charlar o escuchar música, acompañando todo ésto de ruido, basura y destrozos. Es un fenómeno que se relaciona con las pautas de ocio y consumo que los jóvenes han aprendido en los últimos años y que se extiende a la mayoría de países desarrollados.
Estos hábitos nocturnos de ocio se basan principalmente en el consumo de alcohol por parte de chicos y chicas, huyendo de la carestía de pubs y bares y de la dinámica de otros jóvenes de "ir de pub en pub" toda la noche. En los años 80 la "litrona" también acabó convirtiéndose en una manera barata para la economía de muchos bolsillos jóvenes.
La presencia policial en zonas de consumo no ha hecho disminuir el problema de la ingesta de alcohol, por lo que habría que pensar más bien en introducir en la enseñananza valores básicos como la salud, la tolerancia y la buena vencidad frente a otros valores sociales dominantes como el hedonismo, el individualismo o el presentismo, haciendo hincapié en la manipulación que intereses económicos provocan en las mentes juveniles imponiéndoles modas y usos que nada tienen que ver con la libertad.
Es este un fenómeno de enormes dimensiones con un claro riesgo para los adolescentes y jóvenes pues, mientras los jóvenes identifiquen el tiempo de ocio con el horario nocturno o el consumo como un fin en sí mismo, de nada servirán algunas de las medidas que se barajan o ya puestas en marcha, tales como alejar de las ciudades las zonas de diversión o las actividades alternativas que son compatibles con el consumo.
Administración, escuelas, padres y madres, mediadores sociales... tienen una responsabilidad que asumir para atajar un problema que añadirá más alcohólicos a la ya millonaria lista.
Estos hábitos nocturnos de ocio se basan principalmente en el consumo de alcohol por parte de chicos y chicas, huyendo de la carestía de pubs y bares y de la dinámica de otros jóvenes de "ir de pub en pub" toda la noche. En los años 80 la "litrona" también acabó convirtiéndose en una manera barata para la economía de muchos bolsillos jóvenes.
La presencia policial en zonas de consumo no ha hecho disminuir el problema de la ingesta de alcohol, por lo que habría que pensar más bien en introducir en la enseñananza valores básicos como la salud, la tolerancia y la buena vencidad frente a otros valores sociales dominantes como el hedonismo, el individualismo o el presentismo, haciendo hincapié en la manipulación que intereses económicos provocan en las mentes juveniles imponiéndoles modas y usos que nada tienen que ver con la libertad.
Es este un fenómeno de enormes dimensiones con un claro riesgo para los adolescentes y jóvenes pues, mientras los jóvenes identifiquen el tiempo de ocio con el horario nocturno o el consumo como un fin en sí mismo, de nada servirán algunas de las medidas que se barajan o ya puestas en marcha, tales como alejar de las ciudades las zonas de diversión o las actividades alternativas que son compatibles con el consumo.
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